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Bisbal con los suyos

Era el último concierto de su gira por España y los fans lo sabían, por lo que ayer en el Espacio Zity había seguidores llegados de múltiples lugares. David Bisbal actuó en Valdespartera en una carpa principal que ni de lejos se llenó pero juntó a sus incondicionales, por lo que el ambiente era el propicio para lucirse. A las 21.00 horas, media hora antes de que comenzara el concierto, todavía no parecía muy complicado lograr situarse entre las primeras filas, y eso que los que ya estaban allí protegían su sitio muy celosamente. 




 Y es normal, porque hubo gente que estuvo esperando varias horas para poder colocarse cerca del escenario. Y horas, en algunos casos, significa casi dos días. «Vinimos el domingo por la mañana para hacer fila», comentaba Begoña Arnal, cuya paciencia tuvo recompensa ya que estaba justo en el centro de la primera fila. Junto a varias compañeras de la delegación de Aragón del club de fans de Bisbal estuvieron celebrando ayer, a escasos dos metros de la estrella almeriense, la despedida de soltera de una de ellas. Aunque, sin duda, Arnal fue la más afortunada de todas.

 «Después de 8 años esperando me ha tocado el pase premium y he podido conocerle. Más especial no puede ser esta noche», decía emocionada. 

 Y es que, antes de cada concierto, Bisbal sortea cuatro entradas para poder conocerle entre los miembros de su club de fans oficial. El concierto cerraba la gira española de su disco Hijos del mar, y el mes que viene estará en Argentina. 

Los nervios se hicieron con la gente cuando se iban acercando las 21.30 horas, tanto que más de una se dejó la entrada en casa y tuvo que volver a por ella. Carlota, Coral, Choni y Ana, que se mostraban muy nerviosas e impacientes antes de que su ídolo se subiera al escenario, andaban también por la primera fila, aunque algo cabreadas. «Nos habíamos comprado el pase VIP –que cuesta más de 100 euros– y total que se ve mejor desde aquí, desde abajo», decían. «Somos muy fans –contaba otra mujer–. 

Hemos venido a ver qué tal estaba el Espacio Zity, que la verdad que está genial. Eso sí, estamos con el corazón partío, porque está jugando el Zaragoza y lo estamos escuchando por la radio», contaba. Y la hora llegó. Las luces se apagaron y los gritos inundaron la carpa. «¡Bisbal, Bisbal!», gritaban sus incondicionales. 

Y Bisbal apareció por una trampilla. El almeriense trató de ganarse al público luciendo en una de sus muñecas una cinta verde de la Virgen, aunque no hizo falta. La gente ya estaba entregada. Quién me iba a decir fue la primera canción, lo cual concordaba perfectamente con la situación. Quién iba a decir que Bisbal no iba a llenar.

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